a falta de pocos días para la llegada del verano, los valencianos no solo estábamos a punto de cambiar de estación, sino que además, Joan Ribó llegaba a nuestras vidas. Su proclama de agricultor, amante de la bicicleta y artículos varios, nos dibujaban un personaje, de entrada, diferente a lo que los valencianos estábamos acostumbrados. Valencia, la Millor Terreta del Món, contenía la respiración, y con la prudencia del que decide ver para creer, pusimos el freno de mano y estacionamos. Digamos fue Parada Obligatoria.

El pleno de investidura del nuevo alcalde de Valencia, no estuvo exento de pícaros guiños, que como mínimo intentaban desconcertar a aquellos que no le habían votado, e indiscutiblemente, apasionar a los amantes del “Gobierno a la valenciana”. En esas curiosas formas de proceder, iba incluido el gesto de prescindir de la vara de mando. Los medios ya tenían un sabroso titular. Ribó mostraba su particular forma de comandar. Y el PSPV, junto con València en Comú, rubricaba el nacimiento de una marca. El tiempo diría cuán beneficiosa iba a ser esa mayoría absoluta. La tomadura de pelo ha resultado ser de gran alcance, y acuñar el término” a la descarada “, nos viene que ni al pelo, valga la redundancia.

A estas alturas del partido, pensar que a Joan Ribó le queda grande Valencia, no es ir desencaminado. Ese cierto desapego al cargo, esa falta de empatía por nuestra ciudad, nuestras costumbres, nuestras tradiciones … evidencian que priman más sus gustos personales y particulares, que las necesidades de los vecinos de nuestra ciudad. No entiende o no quiere entender qué es Ser alcalde de Valencia. En su imperdonable “despropósito” de gobernar en exclusiva para los suyos, olvidó aquella frase que pronunció al tomar posesión del cargo, como promesa grabada a fuego, donde afirmó que trabajaría “incansablemente, para poner el centro de atención en las personas, y hacer de Valencia una ciudad de todos y todas”. ¿TODOS Y TODAS?

Dos años después de aquel colorido escaparate, sobrevive a golpe de ocurrencia e improvisación. Y si la cuestión no es de su agrado, prohibición al canto y a correr. Un campana y se acabó, en toda regla. La propuesta o la alternativa, brilla por su ausencia. El diálogo cerró por vacaciones. Y visto lo visto, a lo mejor el hecho de rechazar la vara de mando, más bien sobraba. Quisiera pensar que la euforia del momento, decidió arrollar con las formas. Hoy, ya sabemos, que venían a instalar una “hoja de ruta”, que calaba de lleno en el fondo.

En el catálogo de la República Independiente de su casa, venia “Salvem el Cabanyal”. Le recordaré que el cansancio y hastío de los vecinos del barrio marinero, tras dos años de promesas incumplidas, comienza a colmar el vaso. Situación que se asemeja, a la recomendable obra de Teatro del Absurdo de Samuel Beckett, Esperando a Godot. Las navidades y su particular forma de ver la cabalgata, dejaron atónitos a más de uno. Considerar que ofrecer una alternativa, consiste en moldear las tradiciones a su imagen y semejanza, es un craso error. Como siempre digo el respeto, con respeto se gana.

El cenit de su obra lo hemos alcanzado esta semana. Usted se ha superado con creces y de qué manera. La prohibición de estacionamiento nocturno en el carril bus de 40 calles de Valencia, con CERO diálogo con los vecinos, los hosteleros y comerciantes de las zonas afectadas, ha sido la guinda del pastel. Junto a ellos, los más de 335.000 vecinos del área metropolitana, gravemente perjudicados, por carecer de transporte público para esas franjas horarias y el consiguiente aislamiento. De modo que, esta vez, la suma ha tenido todos los sumandos necesarios: PROHIBICIÓN + AUSENCIA DE PROPUESTA+NULO DIÁLOGO=A LA VALENCIANA, PERDÓN, A LA DESCARADA.

Son numerosas e incesantes las ocasiones, en las que nuestro portavoz en el Ayuntamiento de Valencia, Fernando Giner, le ha insistido en que “paralice la prohibición de estacionar por las noches en el carril bus, y que resuelva primero el problema de los aparcamientos, de manera planificada y bien gestionada”. Igual vive en Los Mundos de Yupi o de espaldas a la realidad diaria de nuestra ciudad. Por un oído le entra y por otro le sale. Disfruta del peligroso mal uso de su Mayoría Absoluta. Y no crea que ando despistada. Tengo presente todos los días de mi vida, los faraónicos desmanes del Partido Popular y el agujero económico en el que está sumida nuestra Comunidad Valenciana. Y por encima de todo, la bochornosa gaviota de la corrupción, que nos asola a golpe de titular. Ahora bien, ¿cree usted que su forma de actuar es la alternativa que necesita nuestra ciudad? Reflexione, que más vale tarde que nunca.

Para su consuelo, le diré que compartimos afición a la bicicleta, (en mi caso más bien diría pasión). Y entre los apellidos ilustres del ciclismo de época de los años 50, sin olvidar a los grandes ciclistas españoles de aquel entonces, como el alicantino Bernardo Ruiz o el toledano, Bahamontes, estaban los hermanos Bobet. “Mañana salimos” era la forma de darse cita. También ellos tenían necesidad de bicicleta.

Nunca olvide, que su obligación es fomentar la convivencia, primando siempre la seguridad de todos y para todos.