merce Hace más de 35 años que vivimos en democracia y el conflicto lingüístico se ha limitado a debates de salón. Quiero decir que discutían sobre la lengua, o las lenguas, los que querían, por difusión de ideas políticas o por hacerse el erudito, porque en las calles, los mercados, los colegios, etc. cada uno hablaba la lengua que le daba la real gana, la que considerase mejor para poder entenderse, sin problemas. Con la llegada al poder del nacionalismo está situación de paz lingüística está cambiando y ahora se va a obligar a mucha gente a comunicarse en valenciano.

La intolerancia lingüística consiste en tratar de comunicarte con una persona en una lengua que no entiende, a sabiendas, es decir, incluso después de que esa persona te haya dicho que no te está entendiendo en la lengua en la que te expresas. Si alguien te pide por favor que te expreses en una lengua que entienda, ser intolerante es hacer caso omiso de su ruego, o contestar que no, que la aprenda, o buscar a alguien que le traduzca para poder seguir expresándote en la lengua que quieres en vez de en la que entiende, creando un grave problema de comunicación.

La intolerancia lingüística es aplicable a todas las lenguas. Por ejemplo, si vas a salir con tus amigos y te llevas a un primo extranjero que está de vacaciones y solo habla inglés, o hacéis todos el esfuerzo de hablar inglés como él para que os entienda o mejor no te lo lleves, porque es seguro que se va a sentir incómodo y desplazado, es de cajón. Pues esto mismo está empezando a pasar en nuestra ciudad, Torrent, cuando se intenta imponer a la gente el valenciano. Porque es cierto que hace 50 o hace 500 años nos impusieron el castellano, pero eso no nos da derecho ahora a imponerle a nadie nuestra lengua.

¿Dónde? Pues por ejemplo en los colegios públicos de Torrent, en los que se está empezando a imponer a los padres la comunicación en valenciano. Si llamas a unos padres para darles una charla y uno de ellos no entiende bien el valenciano por mucho que su hijo estudie en línea valenciana, no ser intolerante implica hacer la charla en castellano, o no invitarle para después tener una reunión particular con esa persona en castellano. Lo contrario, es decir, no importarte que no te entienda, es pura intolerancia e intentar una traducción cuando esa persona entiende otra lengua en la que puedes expresarte es ineficiente y pedante.

Otra cosa es la emisión de un comunicado escrito, que lo más lógico es que esté en las dos lenguas, pero en una conversación cara a cara, continuar expresándote en una lengua en la que sabes que alguien no entiende, porque te lo acaba de decir, es de ser un intolerante lingüístico. Qué culpa ha tenido esa persona que en su infancia y en su juventud no existiesen las herramientas necesarias para que la aprendiese. La reintroducción del valenciano en todos los ámbitos de la vida es un proceso largo porque implica educación, y la educación está destinada a los niños, a los jóvenes y a los adultos que tengan predisposición para aprender. Forzar a la gente es una política lingüística equivocada porque solo creará cada vez más rechazo.

¿Y por qué está empezando a suceder todo esto? Pues porque el nacionalismo da alas a los intolerantes lingüísticos, que comienzan a verse los amos. ¿Cómo? Pues con mociones como la de Escola Valenciana, que institucionaliza la educación pública como un arma política para la construcción de un imaginario país. Y con mentiras estadísticas, como que hay una demanda de educación en valenciano por cubrir, un supuesto que en Torrent es una absoluta falacia.

No hace falta que vengan a decírnoslo de Madrid, Barcelona o Valencia, cualquier persona que haya seguido los procesos de matriculación en los colegios de Torrent sabe que lo primero que se llena es la línea en castellano. Como yo, que he sido secretaria de un centro público muchos años, y he vivido como muchos padres quieren matricular a sus hijos en la línea en castellano y solo después de que se les diga que no quedan plazas, aceptan la línea valenciana por no tener que irse a otro colegio.

Poco más podemos hacer que contar las verdades del barquero. Los nacionalistas se presentaron a las elecciones ocultando que iban a obligar a todos los torrentinos a comunicarse en valenciano y han alcanzado elevadas cuotas de poder. Un engaño a los votantes que ya no tiene remedio hasta dentro de cuatro años. Lo único, denunciar cada caso de intolerancia lingüística y consolar a las víctimas de la intolerancia, algo que desde luego vamos a hacer.