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  • Fernando Giner, candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Valencia, aboga por recuperar espacios de la ciudad, como la plaza del Ayuntamiento, para peatones y ciclistas.

Fernando Giner llega a estas elecciones con el paso de quien sabe que las encuestas lo sitúan como la llave del Ayuntamiento. Es de los que cree que el mejor antídoto contra la corrupción es la transparencia.

Estoy escéptica ante estas elecciones. Deme una razón para votar a Ciudadanos.

-Valencia está pidiendo un cambio tranquilo y sensato. Tenemos un proyecto para la ciudad y somos capaces de ejecutarlo.

En la calle se escucha que son la marca blanca del PP.

-Somos marca ‘premium’ porque se ha tenido la valentía de coger a un candidato que sólo lleva cuatro meses, que viene de la esfera profesional y que los ciudadanos lo han escogido libremente para presentarse a las elecciones. Eso es una marca del siglo XXI, es estar convencido de que el cambio es posible. Ciudadanos tiene un sentido de la responsabilidad: ha de mantener el equilibrio entre lo que es provocar el cambio y garantizar la estabilidad. No voy a permitir que a Ciudadanos le ocurra como a Unión Valenciana.

-¿Qué propuestas presenta para el cap i casal?

-Tenemos un plan estratégico a ocho años porque queremos que Valencia sea la capital del Mediterráneo en diseño, creatividad y calidad de vida. La tendencia es que ya no se mida la calidad de vida en términos de PIB; el indicador va a ser la felicidad de las personas. Y para ello Valencia debe ser un lugar de oportunidades. Queremos apostar más por el contenido que por el continente, donde ya se ha invertido lo suficiente. Nuestra obligación será que en la ciudad pasen cosas, que se gestione el conocimiento y la cultura.

-¿Significa eso que el vecino ha perdido espacio en la ciudad?

-En mi opinión, la ciudad ha sido superada por los coches. Hay que recuperar el protagonismo del peatón, la bicicleta y el servicio público. ¿Qué tenemos en Valencia? Talento y muchas singularidades: huerta, litoral y Albufera, entre otras, como gastronomía, trato con el fuego (las Fallas), música o diseño. Ese contenido que menciono debe ser una combinación de nuestro patrimonio histórico y natural y del talento. Hay que ponerlo en valor para el ciudadano y para el turista, de forma que cuando éste visite Valencia se quede con la sensación de que quiere más. Por ello, hay que promocionar con inteligencia la ciudad. Un caso es el Santo Cáliz, que no puede ser un objeto en una vitrina, sino una singularidad, una experiencia.

-¿Ha sido Valencia conformista con lo que tiene, sin aspirar a más?

-Lo que pasa es que no hay proyecto de ciudad, sólo se va parcheando. Llevamos más de una legislatura sin proyecto y, cuando no lo hay, es imposible gestionar. Y hay descoordinación. Falta proyecto, luego gestión y diálogo para ejecutarlo. Y en esto último hay que preguntar a quien sabe: los colegios profesionales, las asociaciones de vecinos y comerciantes o la universidad.

-Al hilo de la participación, por ejemplo, ¿qué plantearía para la plaza del Ayuntamiento?

-Lo primero que hay que decir es que cualquier monumento histórico está asediado por coches y eso no puede ser. Queremos construir una vertebración de toda la ciudad para el peatón y el ciclista. Por ello, la plaza del Ayuntamiento no puede ser una rotonda, no puede estar despersonalizada en cuanto a comercios en los que no se respira la singularidad valenciana, ni que el ciudadano la disfrute sólo una vez al año. La solución podría ser un concurso de ideas como el de Benimaclet.

-Lleva en la mano los presupuestos del Ayuntamiento. ¿Le cuadran las cuentas?

-He estado revisando los presupuestos de 2011 a 2015 y hay que suspender en gestión económica al Ayuntamiento. Han aumentado los impuestos en una etapa de recesión y han disminuido las prestaciones de servicios. De los 800 millones de las cuentas más de 100 van al pago de la deuda. Si no hay solvencia y no se gestiona bien, y encima no hay proyecto, no salimos de ésta porque se trabaja para pagar la deuda.

-¿Cómo gestionaría esos números rojos?

-Renegociando la deuda para pagar menos intereses. Luego hay una partida denominada ‘Generales’ en la que se incluyen unos imprevistos de 21 millones y eso no puede ser. Tiene que haber gestión porque Valencia tiene un potencial como ninguna otra ciudad en España.

-¿Y en tema de empleo?

-Todo el que quiera iniciar una actividad económica va a tener una bonificación en el primer año; es una forma de generar la oportunidad. Además, ser madre debe ser una posibilidad y no una heroicidad, por lo que hay un compromiso firme de bonificar el cuidado de niños de 0 a 3 años a aquellas familias que no se lo puedan permitir. O que la EMT bonifique a los padres que lleven a sus hijos al colegio en transporte público. También hacemos una apuesta por los mayores de 50 años que no pueden retornar al mercado laboral, por lo que daremos la formación necesaria para actualizar sus conocimientos.

-Vaya, usted sí que apuesta por los mayores y no como Albert Rivera, que dijo hace unos días que «la regeneración pasa por gente que haya nacido en democracia».

-Yo tengo 50 años. De lo que dijo, me quedo con el concepto de la mochila, de venir sin mochila.

-Firmaron con la oposición un acuerdo sobre el Cabanyal. ¿Es un pacto contra el PP?

-Para nada, yo no me meto en política para ir contra nadie. Ciudadanos estará allá donde esté el sentido común y sean propuestas de la sociedad civil.

-Rita Barberá ha dicho que lo peor que le puede pasar a Valencia es que gobierne Ciudadanos.

-Tenemos un proyecto sensato, capacidad de gestión, frescura y voluntad de diálogo. Y gestionamos la esperanza de las personas que quieren un cambio tranquilo.

-¿Pactarán con ella si se cumplen los pronósticos de las encuestas, que dan la victoria al PP?

-Hemos de exigir un cambio, garantizarlo y, a su vez, dar estabilidad. Le insisto, no voy a permitir que nos pase como a Unión Valenciana. Además, salgo a ganar este partido.

-¿Cómo imagina el 25M?

-Con humildad, ilusión y sentido de la responsabilidad, de saber que voy a poder mirar a los ojos a cualquiera de las personas que han confiado en mí y que no les he fallado.

 

 

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