¿Quién es el guapo que le pone el cascabel al gato? Esa pregunta se la hacen a día de hoy muchos Ayuntamientos con respecto a sus presupuestos y deudas.
Antes de comenzar la crisis económica, los presupuestos de muchos ayuntamientos estaban inflados gracias al “Café para todos” del presidente Zapatero. Al pobre le daba urticaria la palabra crisis, con tal de poder seguir diciendo que estábamos en la Champion League económica, maquillaba y movía los Presupuestos Generales del Estado a demanda de sus compañeros de partido y los compromisos adquiridos con los grupos que pactaba.
En esa época todos esperaban que lo de la crisis mundial, fuera algo pasajero, como mucho dos o tres años y a ser posible, que no afectaría a España y sus motores económicos, el Turismo, las Empresas de Servicios y la Construcción. Craso error tal como pudimos descubrir con el paso de los meses, la burbuja inmobiliaria reventó, las inversiones extranjeras al respecto pararon, las empresas de servicio entraron en quiebra, la mayoría a causa de esa falta de inversión y una falta de adecuación en I+D+i y el turismo llegó a una caída de números jamás vista.
El resultado más visible fue, como se observó en las noticias diarias, el aumento del paro hasta el 26%, el aumento de la deuda del país, el cierre de empresas, la fuga de capitales y mano de obra especializada. En esos tiempos aprendimos nuevos términos como, índice de confianza, rating, moody’s… y vimos, a las malas, que nuestra economía ya no depende
solamente de las cuentas que hagamos nosotros y que es imposible que se mantuviera la economía tal y como la estábamos llevando.
Y con eso llegó la crisis a nuestros ayuntamientos. En mejor o peor medida a todos les afectó. Hubo algunos que les supuso una serie de recortes, pero a muchos otros aparte de esos recortes les produjo una deuda que, hasta el tiempo presente, les ha ido aumentando
por no poder asumir las responsabilidades adquiridas y tratar de mantener el tipo, esperando que Mamá Estado volviera a darles “Café”.
Un claro ejemplo, y con el que voy a seguir de ejemplo mi historia, es el ayuntamiento de mi pueblo.
Antes de la crisis este Ayuntamiento manejaba un presupuesto de 32.000.000 € los cuales, siendo como era un gobierno socialista con más de 20 años de mayoría absoluta, manejaba a su antojo sin casi control por parte de la oposición o los estamentos superiores.
Llegó el cambio de gobierno en España, se medio reconoce la crisis y se aplican los recortes necesarios para salir de la misma, junto con los despidos, traslados y cierres de empresas. Este Ayuntamiento pasa de tener un presupuesto de 32.000.000€ a
21.000.000€, se adquieren la mayor parte de los servicios al pueblo creando la figura de una empresa pública para su gestión, con un presupuesto del Ayuntamiento, siguen con la esperanza de que esto es algo pasajero y en pocos años volverá a fluir el dinero en las arcas por lo que ajustan los gastos a los ingresos presupuestados (que no recibidos).
Y tal como declara la Ley de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal. Los gastos acumulados de alquileres, asociaciones, salarios (empleados y concejales incluidos), el déficit de la empresa pública (aún intentando enmascararlo con movimientos de cuentas entre la misma y el Ayuntamiento), expropiaciones con sus consiguientes juicios etc…
superaron con creces los ingresos realmente recibidos.
¿Y como estamos ahora? Pues el equipo de gobierno diciendo que están dentro del marco de estabilidad presupuestario, jugando con los números entre operaciones a corto plazo, deuda viva… El histórico partido de la oposición afilándose los colmillos con el “ya avisamos que esto ocurriría” pero sin proponer solución alguna, no sea que se lleve la medalla el
contrario. Los nuevos partidos en la oposición descubriendo como es este juego de dimes y diretes, consiguiendo la información con cuentagotas y sin atreverse a proponer dónde recortar o ajustar el gasto o los ingresos, impidiendo que se financie el ayuntamiento para que no pueda hacer frente a los pagos, pero sin proponer alternativas. Y el concejal
complaciente en no adscritos que dice a todo que si, de lo que diga el equipo de gobierno, esperando así que le devuelvan el favor, llegando a votar en contra mociones que presenta él, en conjunto con otros partidos, votar a favor de aumentar la deuda del ayuntamiento, vía préstamos bancarios o incluso proponiendo que se haga campaña para que los vecinos bebamos agua del grifo en vez de embotellada para así sufragar la deuda con la empresa de aguas (un agua de las más calcificadas y con nitratos de la península).
¿Quién le pondrá el cascabel al gato? Quien tenga la valentía de no tratar de tontos a los votantes y den una solución a medio plazo para tan inmensa deuda, porque no nos engañemos, la última responsabilidad de esto la tenemos nosotros que mantenemos con
nuestro voto a quienes nos han metido en ese agujero.